miércoles, 2 de julio de 2014

Todavía hay esperanza...

  Yo ya casi la había perdido. Pero puede ser que me haya desesperanzado un poco pronto. Veo otros países y me dan envidia. Y siempre tengo la sensación de que aquí en España tener eso que tienen otros países es imposible. Pero quizá esté equivocado. Estoy hablando de una sociedad libre, no dirigida por un monstruoso estado que lo único que pretende es enriquecerse a costa del trabajador manteniendo cuotas de poder cada vez más amplias y apoyándose para ello en las grandes empresas y fortunas del país, las cuales por supuesto también sacan algo en claro.

  Existen países donde eso no ocurre. O bueno, ocurre a una escala mucho menor. Pero aquí en Europa parece una tendencia sin fin nuestra deriva hacia estados cada vez más intervencionistas y socialistas (de derechas o de izquierdas, tanto da). El parlamento europeo cada vez es más monstruoso y cada vez es más descarado en actuar directamente contra los ciudadanos. Hace años todavía parecía ocultar o enmascarar sus verdaderos objetivos, pero hoy por hoy no hay enmascaramiento que valga.

  En este sentido siempre me dio envidia los Estados Unidos. Allí tuvieron a Ron Paul, y ahora a su hijo, Rand Paul. Ambos de corte netamente liberal y una verdadera esperanza para aquel país. Será difícil que Rand llegue a ningún sitio, el establishment no le permitirá llegar muy lejos. Hay muchos intereses creados. Pero siempre será una opción para el pueblo americano.

  Hoy he leído un artículo en el Economista.com el cual me ha devuelto algo de esperanza. Es un artículo de opinión, pero viniendo de un diario, aunque digital, es todo un signo de esperanza. No es común, la verdad. Pero hoy lo ha sido. "Un podemos de derechas" es el título del artículo de opinión el cual yo os recomiendo que leáis. Veamos unos extractos:


La semana pasada, el presidente del Banco Sabadell, Josep Oliu, reflexionó sobre la necesidad de crear un "Podemos de derechas", entendiendo por tal un partido político que no forme parte de las élites extractivas del establishment y que, a diferencia del conocido Podemos de izquierdas, defienda un mayor peso de la sociedad civil y del libre mercado frente al Estado omnipotente, hiperregulador y confiscatorio que actualmente padecemos.

Aunque probablemente la expresión de Oliu no haya sido la más acertada -pues el término derecha ha adquirido connotaciones políticas radicalmente opuestas a lo que proponía el presidente del Sabadell: baste recordar que a la intervencionista, proteccionista y estatista Marine Le Pen se la suele presentar como de extrema derecha-, la idea sí lo era: es verdad que España necesita de una regeneración institucional; es verdad que España necesita expulsar a las castas liberticidas que hoy copan la política nacional; es verdad que España necesita de una absoluta prevalencia del imperio de la ley garantizada mediante tribunales radicalmente independientes de los poderes fácticos; es verdad que España necesita dar un giro de 180 grados a su política económica; es verdad que España necesita una sociedad civil mucho más participativa y responsable.


   Es un acontecimiento positivo el que el presidente de una entidad financiera anhele la formación de un partido político de corte liberal. Es curioso que prácticamente todo el mundo confunda el liberalismo con la derecha. Es cierto que la derecha española es la heredera del antiguo liberalismo de este país. Pero hace ya decenios que nuestra cristiano democracia hace y promulga políticas de corte mucho más socialista que liberal. Pero volviendo al tema que tratamos, es muy positivo que el señor Oliu, un banquero, opine que necesitamos un cambio radical en nuestras instituciones. Desde mi punto de vista el actual camino por el que nos guían nuestros políticos es insostenible. Para solucionar este penoso hecho solo tenemos dos alternativas posibles. O cambiamos el rumbo ya y empezamos a hacer reformas que hagan la sociedad más justa y libre, o con el tiempo el sistema será insostenible y esos cambios vendrán a las bravas y por la fuerza, impuestas por la propia población.

  En el primer caso podemos saber hacia donde se desarrollarían los acontecimientos. En el segundo no. Y a parte de ser un proceso mucho más traumático, este segundo proceso podría dar incluso un sistema mucho más obtuso que el actual que tenemos. La primera alternativa, sin embargo, solo la pueden promover aquellos que ahora están en el poder. Políticos, si, pero sobre todo aquellos que se benefician más de los actos de dichos políticos y los que financian sus campañas. Si, las grandes empresas y los bancos, sus directivos y presidentes, son los que en última instancia tienen el poder para hacer un verdadero cambio de rumbo en este país por medios más o menos pacíficos. Quizá sea un poco exagerado, no lo sé, pero me da la sensación que de no tomar este camino iremos sin remedio al segundo camino que yo veo más radical y peligroso. Es por esto que yo me alegro mucho por los pensamientos del señor Oliu.



Pero, por desgracia, el resto de partidos políticos del arco parlamentario, corruptos, corruptibles y corruptores, estatistas, estatalizados y estatizadores hasta la médula, tampoco pueden ni quieren promover esta muy saludable y aperturista regeneración institucional. Son máquinas de poder que se han especializado en desangrar al ciudadano para costear el mantenimiento de sus aparatos. Se requiere savia nueva: una regeneración no sólo institucional, sino también de ideas, de mensajes, de proyectos y de personas.
Es ahí donde entronca el desiderátum de Oliu: necesitamos un Podemos de derechas. Yo más bien hablaría de un Podemos liberal que no incurra en los vicios del Podemos antiliberal. A saber: un partido que de verdad busque arramblar con la casta por la vía de la separación efectiva de poderes y del imperio de la ley; un partido que busque reducir la burocracia y no cebarla; un partido que defienda los derechos del ciudadano frente al Estado y no su pasivo sometimiento; un partido que busque reducir al mínimo la carga impositiva en lugar de multiplicarla; un partido que no ambicione expropiar propiedades sino respetarlas; un partido que no eche mano del populismo como herramienta de persuasión, sino que trate a los españoles como adultos deseosos de escuchar propuestas rigurosas, realistas e informadas.
Ojalá en el futuro aparezca un anti-Podemos capaz de plantarle cara tanto a la casta vieja como a los aspirantes a casta nueva. De momento, anoten este nombre: Partido de la Libertad Individual (P-Lib); una diminuta y desapercibida formación política con varios años de existencia pero repleta de gente joven, ilusionada, preparada, activista, cosmopolita y verdaderamente liberal (en lo económico y en lo social). El núcleo duro de sus ideas, a diferencia de las de PP, PSOE, IU o Podemos, sí es el que necesita España: cuestión distinta es que, justamente por ello, los medios de comunicación del establishment hayan optado por ignorarlos.


   Desde luego el señor Rallo parece un representante del señor Oliu. Interpreta todo lo que dice el presidente del Sabadell. Pero aun así, aunque quizá Rallo ponga más deseo en su interpretación de las palabras del presidente del Sabadell que realidad, suscribo lo que dice. De hecho yo voté al P-lib en las últimas europeas. Un podemos de derechas podría ser tan malo o peor que un podemos de izquierdas. Lo que necesitamos es un cambio hacia la libertad, que es donde realmente está el progreso y el desarrollo.

  En fin, parece que en este país se ve un pequeño rayo de esperanza. Aunque no es que me anime en exceso. Todos los comentarios que hay en el artículo de Rallo son para decirle que no tiene ni idea de lo que es "podemos" y de que lo que el propone es de ultra derecha. En mi opinión son comentarios basados en el desconocimiento y en el miedo a algo similar a lo que ocurrió en Alemania en los años 20. Pero curiosamente estamos mas cerca hoy en día de aquella Alemania con nuestros actuales dirigentes de lo que lo estaríamos si nos gobernara un partido como el P-lib. Infinitamente más cerca. Un saludo

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