lunes, 19 de diciembre de 2011

La situación real de España...

  Uno de los temas de conversación que parecen estar de moda por todo el espectro económico mundial es la situación española. Creo que hemos sido capaces de tener despistados a la mayor parte de los organismos, inversores, bloggers y banqueros del mundo. No por nuestros datos económicos estadísticos, que están muy bien recojidos, sino por como el españolito de a pie se está comportando en esta crisis.

  Uno de los datos que mas asustan por ahí (y que muchos analistas relacionan directamente con la prima de riesgo y el tipo de interés de los bonos patrios) es el paro. Ciertamente la cifra de paro es preocupante. Pero ¿es real? Hace ya un tiempo hable de esto y dije que para mi, la cifra no era real. Yo conozco mucha gente que no tiene absolutamente ninguna actividad económica con la que ganarse un sustento, pero tambien conozco mucha gente que está apuntada a las listas del paro y está realizando otras labores en B. Los tiempos son duros y el todo vale progresa. No me malinterpreteis, esto no pretende ser una critica, solo una constatación de la realidad.

  Una sociedad con un 22% de paro real y con la más que previsible imposición de medidas de austeridad y quizá también subidas de impuestos, estaría más que previsiblemente en la calle. Muchos dirán que no se ha salido a la calle por que el gobierno era socialista y que con la llegada de la derecha, llegarán las manifestaciones. Quizá desde un punto de vista sindical podamos decir que si, que la presión sobre el gobierno quizá aumente ahora un poco, pero los resultados de las elecciones nos dicen claramente que el apoyo al gobierno socialista era ínfimo. Esa falta de apoyo, de ser las condiciones de paro reales, habría llevado la gente a la calle fuera del signo que fuera y estuviese el gobierno que estuviese y probablemente los sindicatos habrían sido meros espectadores a remolque de lo que hubiese hecho la sociedad.

  Por otro lado la banca patria está en mucha peor condición de lo que parece. Resulta que están cargados hasta las orejas de hipotecas que la gente de la calle cada vez puede pagar menos. A esto debemos unir que en muchas ocasiones los bancos siguen valorando esos inmuebles a precios precrisis, de manera que sus libros contables parezcan menos ruinosos de lo que en realidad son. En este punto parecen estar de acuerdo muchos analistas. Sin embargo, lo que parecen olvidar y que creo que es el verdadero problema español es que la deuda de las familias y empresas en su cojunto alcanza la friolera del (hablo ahora de memoria) 150% del PIB. Eso significa que nuestra clase media está sobreendeudada y por tanto empobrecida. Significa que no habrá ahorro futuro en el que basar nuestra inversión y por tanto nueva producción. Buena parte del dinero B que se genera (como explicado en parrafos anteriores) va directamente a pagar necesidades o deuda. Ese proceso puede durar lustros. Y mientras se mantenga, la inversión y la creación de empleo tendrán un importante freno.

  A lo anterior debemos añadir el hecho de que nuestro mercado laboral está anquilosado, es arcaico, rígido y sobre todo caro. Eso significa que muchos empresarios prefieren tener menos volumen de trabajo que contratar a nuevos trabajadores. Eso, aunque triste, es un hecho. Lo veo en la calle cada vez que hablo con algun dueño de un bar, con mi hermana que tiene una asesoría fiscal, o con dueños de tiendas y restaurantes. Nuestro tejido empresarial es básicamente pyme. En un porcentaje muy alto. Ahora mismo la crisis aplaca sus ansias expansionistas y están muchos "a verlas venir". Si a eso unimos nuestro salario mínimo interprofesional, nuestros elevadas cotizaciones a la seguridad social, unos impuestos excesivos a esa pyme a nivel comarcal, regional y nacional y un despido quizá un poco elevado, pues tenemos una más que gran lista de motivos para pensarse dos veces en abrir una empresa de manera legal o en contratar a un trabajador si ya la tenemos.

  Esto es básicamente lo que pasa en España. Muchos no lo ven. Otros no lo quieren ver, pero cualquiera que salga a la calle y pregunte tienda por tienda, en las fábricas o en los despachos podrá constatar estas realidades. En mi humilde opinión es casi una bendición que así sea, aunque eso lo explicaré en el próximo post. Un saludo