miércoles, 12 de febrero de 2014

El salario mínimo y el empleo

  Uno de los logros históricos de las políticas de izquierdas han sido el establecimiento de unos salarios mínimos legales que ha de percibir cualquier trabajador. Últimamente se ha venido debatiendo la necesidad de aumentar o no dichos salarios mínimos. En USA hay quien dice incluso que es necesaria dicha subida, pues con ella aumentará el poder adquisitivo de la clase media y baja en dicho país y con este aumento, se verá impulsado el consumo. Como ya sabemos, muchos keinesianos piensan que para que una economía crezca, es necesario que aumente el consumo. De esta manera, dicen, se fomenta la inversión en creación de más productos y por tanto aumenta también la producción. Quizá hablemos de esto más adelante, pero no quiero desviarme del tema que trato hoy.

  En cualquier caso el debate se ha producido. Con las tensiones inflacionistas bien contenidas en todo occidente parece necesario que la tan cacareada recuperación empiece ya de una vez a llegar a los más desfavorecidos. Y es que el razonamiento parece ser el siguiente: Los grandes empresarios tienen el poder de poner el precio a la mano de obra que se les antoje. De manera que si no se impusieran límites a cuanto pueden estos empresarios bajar los salarios, estos pagarían menos de lo necesario para subsistir.

  En realidad estos conceptos vienen directamente de la revolución industrial. Al menos yo lo entiendo así. En aquella época niños de corta edad hacían jornadas maratonianas para poder llevar unos tristes céntimos a casa, con los cuales no daba casi ni para pagar un  pedazo de pan. Esa imagen parece estar bien gravada en las retinas de hoy en día. Así que parece obvio, que sin una ley que impida que eso vuelva a ocurrir, pues los capitalistas sin escrúpulos volverán a hacer lo mismo que hace 200 años.

  Lo triste de todo esto es que nadie se ha parado a pensar qué otra cosa podrían hacer aquellos niños en aquella época. Muchos de esos niños habían emigrado con sus familias de zonas rurales donde la baja productividad de los campos hacía imposible la manutención de esas familias. Y cuando estas se movieron a la ciudad fue también en parte debido a que las nuevas industrias atraían a esas familias que malvivían en el campo. O sea, que la situación de los niños, aunque mala, era probablemente mejor que la que habrían tenido de estar en el campo o de no trabajar en la ciudad. Y un ejemplo actual de lo que digo lo tenemos a día de hoy en China, donde está ocurriendo exactamente eso. La población rural se mueve a las grandes ciudades en busca de oportunidades, cuando en las zonas rurales estas no existen. Y en las ciudades encuentran sueldos miserables y largas jornadas de trabajo algo que aceptan porque es la mejor de sus alternativas.

  Los economistas en general y los de la escuela austríaca en particular creen que la mano de obra es un bien escaso y finito, como puede ser la plata o el petróleo y en contraposición digamos al aire que se entiende que es infinito y por tanto su valor es cero. Al ser finito, su precio, el salario, se verá afectado por las leyes de la oferta y la demanda. A mayor demanda o menor oferta de mano de obra, los salarios tenderán a subir y viceversa. De este modo, un salario mínimo lo único que hace es evitar que aquellos que pueden ser capaces y quieran vender su mano de obra por debajo del salario mínimo accedan al mercado laboral. O, como está ocurriendo en España,  se vean abocados al mercado negro. Normalmente los menos preparados y por tanto también los más pobres.

  Así que tenemos ambas posiciones. Los que afirman, en general Keinesianos, que un salario mínimo es necesario para fomentar el consumo y evitar los excesos del capitalismo puro y los austriacos que piensan que un salario mínimo deja fuera del mercado aquellos que tienen menos cualificaciones y que están peor preparados y que por tanto suelen ser los más pobres.

  ¿Quién tiene razón? Bueno, yo me inclino más hacia pensar que los austriacos están en lo cierto. Pero con reservas. Para mí, y partiendo de la base de que la mayor parte del tejido empresarial en cualquier país es pyme (pequeña y mediana empresa), cualquier persona siempre se enfrenta a la posibilidad de trabajar por cuenta ajena o trabajar para sí mismo en su propia empresa. En un mercado puramente libre, la transición de un estado a otro tendría mucho que ver con la condición del mercado laboral en cada momento y sería una especie de equilibrio inestable y dinámico. Si se crean muchas empresas, pymes por supuesto, la demanda de mano de obra aumentará y la oferta disminuirá en similar medida, con lo que los salarios tenderán a subir hasta que nuevos proyectos empresariales se vean como inviables e incluso algunos de los anteriormente formados fracasen, invirtiéndose el proceso.

  Pero claro, para que esto sea así, primero debemos de tener la posibilidad de crear empresas con facilidad. De no ser así, como ocurre ahora, una bajada del precio de la mano de obra no tiene por qué venir acompañada de un aumento de los emprendedores. Si factores exógenos al mercado dificultan la formación de pymes, lo normal es que salarios bajos lo único que fomenten sea salarios bajos y por tanto y un salario mínimo interprofesional parezca necesario.

  Así que cuando los economistas debaten sobre si es necesario o no un salario mínimo interprofesional, desde mi punto de vista, hacen un debate miope y corto de miras. El problema en sí no está en el salario mínimo, que muy lógico no es de todas maneras, sino en las condiciones en las cuales se encuentra el "mercado de emprendedores en dicha sociedad".

  Hoy en día, mas en Europa que en Estados Unidos, ser un emprendedor es realmente difícil, así que a aquellos que pierden su trabajo no les queda otra que buscarse otro. Pero las crisis y la falta de nuevas empresas no hacen sino poner presión a los salarios que deben estar dispuestos a aceptar para poder tener algún ingreso. El océano de leyes y regulaciones que se deben cumplir para montar una empresa es, según creo yo, el responsable directo de que en países como España la tasa de paro sea superior al 25%, de que haya una gran economía sumergida y de que los salarios en muchos casos estén rozando el mínimo que marca la ley (y por supuesto, en el mercado negro estén por debajo). Un saludo
 

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