jueves, 13 de febrero de 2014

el por qué de la corrupción

  Es mi entendimiento que las personas, al igual que los animales, se mueven o actúan por motivaciones. En el caso de un animal, por regla general, sus motivaciones son bastante simples y casi siempre ligadas a sus instintos. Hambre, frio, sueño etc., suelen mover a los animales a actuar. En el caso de los seres humanos nuestras motivaciones son más complejas, debido principalmente a que tenemos razón y por tanto podemos elaborar más nuestro conocimiento del entorno y sacar conclusiones distintas de las que nos dictan nuestros instintos. Este conocimiento del entorno varía nuestras percepciones y por ende nuestras motivaciones, así que nuestros actos suelen ser más complejos. ¿Verdad? Bueno, en realidad no tanto.

  Si que es cierto parte de lo que he dicho en el párrafo anterior. Los seres humanos tenemos un conocimiento crítico de nuestro entorno y eso cambia nuestras motivaciones. Pero en el fondo somos un ser vivo más. Un animal más de la creación. Nuestros instintos están bien arraigados en nuestro cerebro y en la mayor parte de las ocasiones tienen a aflorar predominando la motivación que ellos producen a la motivación proveniente de la razón. El razonar es un acto que consume energía. Los instintos y las respuestas instintivas son mecanismos de los organismos vivos para ahorrar energía. Son respuestas constantes a estímulos similares que hacen que el resultado de la acción sea predecible y nos ahorre el consumir demasiada energía. Desde ese punto de vista el que los seres humanos, a pesar de su capacidad para razonar, en muchas ocasiones se apoyen más en sus ancestrales instintos que en su propia razón es más que normal. Es un simple proceso natural de ahorro de recursos.

  Puede parecer que lo explicado hasta ahora no tiene mucho que ver con la corrupción, pero en realidad sí que tiene que ver. Al fin y al cabo la corrupción, como el amor, la bondad o el correr son todos actos humanos.

  Unos de los más potentes motivadores del ser humano son lo que para mí son las leyes básicas que guían la vida en este planeta. Uno es la supervivencia propia. Otro es la supervivencia de la especie. Un tercero es el paso de los propios genes a la siguiente generación. Estas leyes motivadoras guían en general toda vida animal, según mi opinión. Y la del ser humano no es una excepción. Así que, en general, podemos esperar del ser humano que busque alimento, cobijo y procreación. Y en realidad los tres objetivos dichos, en el caso del ser humano, tienen que ver mucho con la consecución de riquezas.

  Así que podemos concluir que la búsqueda del ser humano de riquezas, no es sino una respuesta natural a sus instintos de supervivencia y procreación. Es decir, en estos casos el ser humano actúa más por instinto que por razón.

  A todos los efectos, un político es un ser humano, aunque a veces no lo parezca. Así que sus motivaciones son las mismas. Como decía antes, sustento, cobijo, procreación, seguridad y seguridad de la progenie. Un animal para conseguir estos objetivos no suelen hacer razonamientos y actúan por instinto, como antes decía. Un ser humano, sin embargo, puede razonar y ver que si tiene dos barras de pan, y solo necesita una hoy, la otra la puede usar mañana. Este razonamiento lleva a que al aplicar sus instintos el ser humano tienda a buscar la acumulación de riquezas.

  Un político, por otro lado, tiene poder. Tiene el poder de promulgar leyes y órdenes que van a afectar a las personas de su sociedad. Eso es mucho poder. Cuanto mayor poder tienen los políticos a través de sus sistemas de gobierno, más poder de influenciar a sus ciudadanos tienen y más susceptibles se hacen de ser sobornados para que promulguen leyes en un sentido u otro. Un político de gran talla moral, podrá ir en contra de sus instintos y motivaciones naturales. Pero no es lo más normal. Lo normal es que las personas se plieguen a sus instintos.

  Además las empresas o particulares, en el día a día deben competir por los recursos. También es una consecuencia de las leyes naturales. Si tendemos a ahorrar, a acumular riquezas, esto produce una competencia por las mismas. Antes o después. Como decía, si hay personas que pueden decidir hacia quien van esas riquezas, lo natural es que empresas y particulares compren esas decisiones.

  Dadas estas premisas ¿Qué sucede cuando una persona A ofrece dinero a otra B por hacer algo? Por regla general la persona B ha de valorar si ese algo va a consumir más de sus propios recursos que los ofrecidos por A. De ser así B se negará a realizar la acción. Y cuando esté valorando esto también tendrá en consideración la legalidad o no de la acción solicitada y las posible consecuencias en caso de que dicha acción sea ilegal. Esta valoración condicionará también que la acción se haga o no.

  En la actualidad y en el caso de España, resulta que por un lado, las cantidades a percibir por corromperse eran bastante altas (en comparación con las remuneraciones medias de nuestra sociedad aquí en España). El político tenía una buena motivación para dejarse corromper. Y por otro lado, los castigos que se sufrirían en caso de que la acción ilegal (la corrupción) llegara a conocerse, son bastante ligeros. El mismo político no tenía mucho miedo a las consecuencias Yo diría que es la combinación perfecta para que la corrupción estalle.

  Por último, en la corrupción, existe un tercer condicionante necesario. Son los medios económicos. Se necesita dinero para poder comprar favores. Hoy en día sabemos que la corrupción es galopante. Pero nadie se pregunta cómo esto es posible. Como se puede pagar. La respuesta está en nuestro sistema monetario. Este sistema monetario permite crear dinero de la nada. Los organismos autorizados a crear dinero de la nada son los bancos centrales y los comerciales. Este simple hecho confiere enorme poder a los bancos comerciales en particular. No es de extrañar que sean las macro organizaciones que son hoy en día.

  Así en la fórmula de la corrupción, por un lado tenemos la motivación natural de la preservación propia, los medios para comprar favores y el poder para ejecutar dichos favores. El primer punto, como ya dijimos es connatural al ser humano, por lo cual es indiferente el humano que tenga el poder. Es decir, lo tomamos como una constante. Por otro lado tenemos la necesidad de que exista un medio para comprar los favores. Dependiendo, como ya decíamos antes, del castigo que podamos sufrir en caso de ser pillados, esta cantidad de bienes para comprar favores serán de una cuantía determinada. En nuestro sistema financiero actual, lo cierto es que el castigo es incluso poco restrictivo, pues la cantidad de dinero es prácticamente infinita. La crean los bancos centrales (y comerciales) a voluntad. Y acaba llegando en primer lugar directamente a bancos y grandes empresas, que son las primeras en recibir el crédito de dichos bancos. Con cantidades infinitas de dinero a voluntad, lo más normal es presionar poco a poco para que aquellos que tienen el poder nos favorezcan. Se compran los favores. Y "voilá", la corrupción está servida.

  Se puede argumentar mucho acerca de la idoneidad de los políticos actuales. E incluso compararlos con otros de mayor talla del pasado. Pero dadas las circunstancias actuales, creo que tenemos exactamente lo que merecemos. No creo que grandes políticos del pasado tuvieran cabida hoy en día. Directamente no habrían tenido posibilidad de llegar lejos, en el hipotético caso de que hubiesen tenido una talla moral adecuada. No habrían sido elegidos. No niego que habrá gente en cada época que tenga una valía moral suficiente para a pesar de acumular mucho poder comportarse adecuadamente al cargo que ostenta. Sin embargo, cada situación social promueve un determinado talante político. Está muy claro que parte del problema de la corrupción está en la propia sociedad que lo soporta. En otras palabras, por mucho que uno de los deportes preferidos de los seres humanos sea culpar a otros de las cosas que nos pasan, en este caso en concreto, la culpa de la corrupción, en buena parte, recae en los propios ciudadanos y sociedad que la soportan. Tanto o más que los propios políticos y empresas corruptas.

  La corrupción es un efecto directo de los mega gobiernos que tenemos hoy en día. Corruptelas como las que vemos hoy en día serían impensable en gobiernos más pequeños y con menos poder. Por otro lado el sistema financiero actual en el cual los bancos comerciales son capaces de crear dinero de la nada, fomentan la corrupción al hacer el dinero disponible con facilidad, lo cual financia proyectos imposibles y las comisiones adecuadas. Una moneda respaldada por oro y un sistema bancario sin reserva fraccional pondrían mucho freno a la cantidad de crédito que un banco comercial puede crear y ofrecer. Y esta restricción del crédito, a parte de evitar burbujas y otros efectos indeseables, también haría más difícil que A intentase comprar a B. Ya que A tendría menos fondos con los que intentar corromper a B.

  No digo que en el pasado no haya habido corruptelas. No digo que el estándar de oro vaya a exterminar definitivamente la corrupción de nuestros políticos y funcionarios. Pero creo que lo reduciría enormemente. Unas leyes más punitivas ayudarían también, por supuesto. Y por último y puesto que el ser humano es un animal en el fondo, lo natural sería buscar un Estado lo más pequeño posible, que se encargue únicamente de defender las libertades de sus ciudadanos. Nada mas. Sencillo sobre el papel, pero quizá irrealizable hoy en día. Un saludo 

No hay comentarios:

Publicar un comentario