La semana pasada hablábamos de useless ingredients, de barreras de entrada y del envejecimiento de las sociedades occidentales. Todos estos factores influencian el movimiento de los precios a largo plazo. Es decir, son fuerzas internas y macro económicas del mercado. Pero ¿Qué puede hacer que los precios de los artículos de consumo más comunes suban o bajen de precio a corto plazo. Pues es evidente que las fuerzas de la oferta y la demanda. Las cuales también están, como no, influenciadas por los factores de los que hablamos en el post anterior.
Los tres factores anteriores van moviendo poco a poco tanto la oferta como la demanda. El primero simplemente encarece la producción de los productos y pone barreras de entrada a nuevos empresarios. Estas barreras, que es el segundo factor, sí que reduce la oferta y por tanto genera una fuerza inflacionaria a largo plazo. El tercer factor, el envejecimiento de la población, es una demoledora fuerza que va reduciendo poco a poco pero de manera imparable, la demanda. No hay más que mirar a Japón, país que lleva 30 años entrando y saliendo de brotes deflacionarios sin poder hacer mucho para cambiarlo. La población japonesa es la más envejecida del planeta. Todavía a día de hoy.
En cualquier caso, el brote inflacionario actual no se puede describir con ninguna de estas fuerzas. Todos los economistas son conscientes de ellas. Y probablemente no las incluyen en sus análisis por que son fuerzas de largo plazo y que a corto podemos considerar como constantes. De este modo, el siguiente punto al que mirar es a la creación de dinero por parte de los bancos centrales. Después de todo, cada vez que durante la historia se ha dado un brote inflacionario, siempre ha tenido que ver con las acciones de los gobiernos y los bancos centrales. Sin embargo, ¿es esto así?
Bueno, casi todo el mundo mira en esa dirección. Y es por eso que ahora muchos economistas están muy preocupados por la inflación. No voy a entrar mucho más en este post a analizar si ha habido una gran inflación monetaria o no. Esa discusión la dejaré para un próximo post, en el que intentaremos analizar cómo se crea dinero en nuestros sistema financiero actual. Hoy quiero centrarme en aquello que de verdad mueve la inflación. La oferta y la demanda. Qué ha ocurrido en los últimos meses con la oferta y con la demanda. Eso, en ausencia de estudiar las masas monetarias, deberían arrojar un poco de luz sobre qué esperar en el futuro.
Para ello me gustaría hacer uso de unos gráficos que produce la FED de Filadelfia. En ellos haremos un somero análisis de qué está pasando.
El primer gráfico que vamos a ver es el de gasto personal real. Es decir, la cantidad de dinero gastada por particulares ajustada por los datos de inflación, lo que nos viene a mostrar la cantidad de gasto realizada, independientemente de los precios
Con todos estos datos podemos ir sacando algunas conclusiones. La primera es que la demanda, a pesar de la crisis no bajó. De hecho gracias a los programas de ayuda de los gobiernos, mejores o peores, más o menos éticos, insuflaron la sensación en las familias de que el futuro no era negro. O al menos no tan negro. Y claro, encerrados en casa empezaron a gastarse en cosas de casa. La demanda de estos bienes, se disparó. Al fin y al cabo, no se podía gastar en ocio, ya que este estaba cerrado. La demanda de estos bienes por tanto se disparó, como podemos ver en la gráfica de Durable Goods. Por otro lado, los cierres económicos pusieron a todas las fabricas que fabrican esos bienes al ralentí o directamente las pararon. Algunas ni siquiera han vuelto a abrir. Una demanda artificialmente aumentada mucho en muy poco tiempo, unido a una inercia lenta a volver a niveles de producción prepandemia han llevado a poner de manifiesto muchos cuellos de botella que en 2019 simplemente no existían, por que la demanda no era tan exacerbada.
La industria consume mucha energía, sobre todo eléctrica. Las fábricas, ahora, más de un año después de que la pandemia comenzara, están a pleno rendimiento. Consumiendo vorazmente energía y materias primas para intentar poder servir productos o rellenar inventarios, que han sido diezmados en el último año. Todos estos gráficos no los incluyo para no alargar este post todavía más. El alza de la energía, arrastrada por el aumento de la demanda de la industria mundial, ha tensionado los mercados de materias primas y de productos agrícolas que están empezando a ver cómo sufren también alzas de precios.
Pues bien, esto es el pasado y el presente. ¿Qué podemos esperar a partir de ahora? Yo diría que el escenario aquí descrito es bastante singular y por tanto no creo que se pueda decir que es una tendencia macro económica fuerte de fondo. Yo más diría que ha sido algo coyuntural y muy relacionada con las respuestas políticas al COVID. Pasados los estímulos y pasadas las prohibiciones a la movilidad, es probable que la gente vuelva a comportamientos más pre-covid. Espero por tanto un aumento de la demanda de servicios. Quizá no para llegar a la tendencia pre-covid, pero seguro que seguirá aumentando a lo largo de este año y del que viene.
A su vez veo cada vez una menor demanda de vienes duraderos. Por algo son duraderos. Y esa caída de la demanda creo que rotará hacia los servicios. Esto, en un momento en que la economía americana y la europea están empezando a faltar y en un momento en que toda la industria está como loca por hacer acopio de stock, me lleva a la conclusión de que las tensiones inflacionarias irán remitiendo poco a poco hacia el año que viene. Si en algún punto se ve inflación, quizá sea en el sector servicios.
Y lo dejo aquí ya. Este se me ha alargado mucho. Como pueden obvservar, no he metido la masa monetaria por ningún lado. Principalmente por que creo que no ha tenido mucho que ver en el actual movimiento de los precios. Y para explicar por qué habrá que esperar a que escriba el siguiente post. Un saludo